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sábado, 23 de octubre de 2010

Empezar a oír a los 27 años!!!

La fricción del trapo rejilla sobre la mesada. La yerba seca que cae en el fondo del mate. El azúcar que se desliza por la cuchara hacia el café. Una caricia en la espalda del hijo. Hasta hace tres años Florencia estaba segura que ninguna de estas acciones tenía sonido."Somos una familia de sordos", presenta a los cuatro integrantes de los Casin. Su acento suena extranjero -sólo hace tres años que habla-

Frente a la poca utilidad que le dieron los audífonos durante su vida, Florencia desarrolló una habilidad innata para leer los labios. "Los audífonos me mantenían alerta al mundo pero me resultaban pobres para la discriminación de los sonidos del habla. Luego de negarme varias veces en la adolescencia, a los 27 años y ya siendo mamá de mellizos de 8 meses, me animé al primer implante", cuenta. Su esposo, con quien vive desde hace 12 años, es sordo total de un oído y tiene una hipoacusia moderada a severa en el oído derecho donde usa un audífono.
Sus mellizos, nacieron oyendo, pero a los pocos meses perdieron paulatinamente la audición. Eloy y Florencia no dudaron en recurrir a los implantes que le posibilitaron a sus bebés, aprender a hablar y escuchar a la misma edad que el resto de los niños.
Pero, ¿De qué se trata un implante coclear (IC)? "Es una tecnología que permite a niños y adultos con hipoacusia poder oír e iniciar el proceso del lenguaje. El IC no sube el volumen de los sonidos, sino que pasa a través de la parte dañada del oído y envía el sonido directamente al nervio auditivo para posibilitar una mayor comprensión del sonido y del habla. En resumen, crea una nueva manera de oír", explica Florencia. 



El funcionamiento del implante es el siguiente: unos micrófonos diminutos captan los sonidos y transmiten las vibraciones de esos sonidos a un procesador del lenguaje que permite recoger las vibraciones del habla y transmitirlas al nervio auditivo como señales electrónicas. El cirujano otorrino introduce los electrodos del implante dentro de la cóclea (de ahí el nombre) y estimula directamente el nervio auditivo que llega a la parte del cerebro que interpreta los sonidos. El IC proporciona información que el cerebro puede aprender a entender y que es similar a un nuevo código. Tiene una parte interna (va adentro de la cabeza) y otra que se coloca sobre el cuero cabelludo con un imán y se sostiene desde la oreja. El costo de cada uno de los IC alcanza los 20.000 dólares en promedio.

                            Extraido de "lanacion.com"  por Diego Sánchez Lázaro